domingo, 9 de octubre de 2011

INEPTITUD Y RAPIÑA

Es aceptado, en líneas generales, como uno de los principios básicos del capitalismo, el que se premie a los buenos ejecutivos, por dar valor añadido y generar mucha riqueza a los accionistas de las empresas y de los bancos.

Pero no veo ninguno que diga lo que hay que hacer con los malos gestores que hacen perder millones a los propietarios. Y esto es de traca cuando esos malos gestores tienen sus reinos de taifas en las distintas comunidades, predominio de las ruinosas cajas de ahorro (o de despilfarro) donde se comportan como "caids" y encima se les premia cuando se van con escandalosas jubilaciones millonarias o primas por decir adios.

Cuando al resto de los mortales les invade la más absoluta de las incertidumbres, estos ineptos político-banqueros se garantizan un retiro dorado.

Espero que los jueces no consientan estas tropelías. Y al gobernador del Banco de España, otrora tan escrupuloso con las reformas del mercado de trabajo o de las garantías a los bancos, le digo si no había detectado semejantes abusos. Creo que en julio le toca irse, yo le adelantaría el momento pero sin prima de despido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Realmente el capitalismo no habla de remunerar a tal o cual persona. Habla de eficiencia, de recursos, de reducción de costes y todo ello en aras de la prosperidad. Lo cual no significa que no haya quienes se aprovechen de él tanto para vanagloriarlo (innumerables ejemplos) como para denostarlo (Castro y China, por ejemplo).Lo más curioso es que ahora renegáis de MAFO, aunque no extraña tras ver los palos que le dais a ZP. MAFO es la misma persona que fue Secretario de Estado y que luego promocionasteis a Gobernador del Banco de España. Pero claro, vosotros de asumir responsabilidades nada de nada. ¿Qué queda de la Chacón que entendía y defendía a los indignados? Tan pronto como Rubalcaba la obligo a apartarse el camino su postura cambio hacia los perroflautas… Sois como las veletas, os movéis en la dirección que os indica el viento, en vuestro caso el viento de “tonto el que no trinque”